En el año 2018 se dió la última Encuesta Nacional a Docentes de Instituciones Educativas Públicas y Privadas 2018, que arroja algunos datos relevantes para caracterizar al profesor en nuestro país: tiene una edad promedio de 45 años, el 70.3% reside en una zona urbana, 24.1% de ellos tiene una segunda ocupación; 74.5%  manifiesta tener hijos; por el lado de la distribución según niveles que atiende, el 17.4% labora en inicial, 42.2% en primaria y 40.4% en secundaria. Con esas características es fácil deducir que el primer contacto que han tenido con la tecnología digital ha sido fuera de la formación profesional universitaria y en un contexto más familiar, quizá influidos por sus propios hijos o como parte de los hábitos de comunicación de la urbe. La tecnología ha llegado a ellos de manera abrupta, en gran parte como consecuencia de las iniciativas gubernamentales que han incorporado el uso de dispositivos para el aprendizaje, ya desde el 2001 con el Plan Huascarán pasando por el programa “Una computadora por niño” entre el 2006 al 2011 y el próximo proceso de adquisición de tabletas que se enmarcan dentro del DL 1465 del 09 de abril. En todo ese proceso, la percepción de los docentes sobre el uso de la tecnología ha pasado de la fascinación para quienes habitan en zonas de poco desarrollo tecnológico a la abrumación para quienes estando en una urbe se han visto obligados a ponerse al corriente con el uso de dispositivos que emplean sus estudiantes. La búsqueda de espacios de capacitación por iniciativa propia se ha orientado más por la utilización de herramientas y uso de dispositivos que a una integración de los mismos a algún modelo pedagógico. Cuenca y Carrillo (2017) encontraron que ante la pregunta sobre  la importancia del uso de nuevas tecnologías el 89.8% de docentes de instituciones educativas responde afirmativamente y un 97,3% considera indispensable el recibir información a través de nuevas tecnologías. Si en contextos de normalidad se evidenciaba esta necesidad, con la crisis producida por la emergencia sanitaria la urgencia de formación en tecnologías se ha agudizado.

Ya en el aula, el uso de dispositivos tecnológicos es una práctica poco frecuente en el proceso de enseñanza – aprendizaje; las prácticas pedagógicas del maestro peruano privilegian la transmisión de información por medio de clases magistrales, exposiciones, conferencias, y hasta el dictado; las interacciones entre profesor y estudiantes durante la clase se ven reducidas a preguntas cerradas que buscan confirmar la información entregada en clase; por el lado de producción escrita ésta casi solo se reduce al área de comunicación y con muy baja complejidad en términos de habilidades superiores; la lectura de textos complejos o de naturaleza académica también forma parte casi exclusiva de la misma área curricular. Los estudiantes no logran distinguir con claridad la secuencia didáctica al interior de la clase, ésta no siempre tiene un propósito claro y el manejo del tiempo está dictado por la duración de las horas de clase, tanto así que el profesor desarrolla el contenido hasta que toca el timbre sin llegar necesariamente a un propósito definido; y como se puede predecir tampoco se percibe la presencia de una retroalimentación de lo aprendido.

En ese escenario el papel de la tecnología en el aula causa temor entre algunos profesores al percibir que su rol como transmisor de la información puede quedar relegado por la presencia de nuevas tecnologías o que la facilidad con que el estudiante demuestra un dominio en la manipulación de los dispositivos ponga en duda su autoridad en el aula.

En nuestro país los estudiantes tienen  mayor acceso a dispositivos tecnológicos en el hogar que en el aula,, el tiempo libre con el que disponen unido a las posibilidades de diversión que estos ofrecen incrementan sus habilidades en la manipulación de los mismos. Dichas habilidades por sí mismas no componen la adquisición de la competencia digital; el acceso no asegura la competencia. Pero si en el  hogar hay más acceso que en el colegio, en éste tampoco se asegura el desarrollo de dicha competencia. El Currículo Nacional de Educación Básica comienza a acercarse a la competencia digital por medio de la denominada competencia transversal “Se desenvuelve en entornos virtuales generados por las TIC” pero el poco tiempo de su implementación y la ausencia de dispositivos en las aulas todavía no han permitido obtener resultados visibles en los estudiantes. Por el lado de los maestros el esfuerzo del MINEDU se ha enfocado en la realización de capacitaciones virtuales haciendo uso de la plataforma PERUEDUCA; sin embargo,  el carácter voluntario de estos cursos junto a la modalidad a distancia y el límite de aforo  no ha podido asegurar atender a la gran mayoría de docentes. Por lo que tampoco hay garantía de que los maestros puedan estar desarrollando la competencia digital para poder llevarla a la práctica y acompañar a sus estudiantes en ese proceso. 

Entre ambos, docente y estudiante, quien tiene el desafío más complicado es el primero, mientras que el segundo queda a merced de la prontitud con la que su maestro pueda resolver el reto; es entonces que la eficacia de la educación a distancia dependerá no tanto de las disponibilidad de acceso a dispositivos tecnológicos o conexión a Internet, sino que hace imprescindible la necesidad de desarrollar competencias metodológicas y digitales en el profesorado.

Al respecto la Unesco ya en el año 2008 ha delineado Estándares de competencia en TIC  para docentes; por otro lado, en el entorno académico el término Competencia Digital; “…implica el uso crítico y seguro de las Tecnologías de la Sociedad de la Información para el trabajo, el tiempo libre y la comunicación. Apoyándose en habilidades TIC básicas: uso de ordenadores para recuperar, evaluar, almacenar, producir, presentar e intercambiar información, y para comunicar y participar en redes de colaboración a través de Internet” (European Parliament and the Council, 2006) siguiendo esta definición encontramos que la competencia digital más que el conjunto de habilidades para el uso de dispositivos, pone énfasis en la comunicación y colaboración haciendo uso de éstos; es decir no es una habilidad “en sí misma” sino en la medida que permite el despliegue de otras competencias. Bajo esa premisa, en el contexto de la educación a distancia, la presencia de ésta competencia entre docentes y estudiantes hará posible el desarrollo de cualquier propuesta pedagógica; el acceso a dispositivos ,siendo imprescindible, no es suficiente sino va de la mano con el desarrollo de las habilidades TIC. Cualquier propuesta gubernamental requiere junto a la dotación de dispositivos, una enfoque más amplio que involucre el desarrollo de competencias digitales y metodológicas.

Adicionalmente como parte de la educación a distancia, la propuesta “Aprendo en casa” también  ha considerado la transmisión de contenido educativo por diferentes medios (Radio, TV, Internet, etcétera) con una programación que atiende los tres niveles educativos buscando alcanzar a ocho millones de estudiantes. El éxito de la propuesta dependerá entre otros factores de la atención que pueda darse al desarrollo de la competencia mediática, pues no es suficiente con recepcionar la información sino comprenderla, interactuar con ella desde una postura crítica. 

El papel de los docentes durante el modelo de aprendizaje a distancia requiere ir más allá de comprobar la participación de los estudiantes en la emisión de los programas en TV o Radio; o de recibir los trabajos de los estudiantes; incluye la alfabetización en medios.El papel del los estudiantes va por el lado de asimilar críticamente la información que percibe  a través de estos canales, no solo durante la emisión de los programas de “Aprendo en casa” sino durante el resto del tiempo que consume contenidos en radio y televisión.

La competencia mediática entonces, se convierte en un elemento indispensable entre los requisitos que debe manejar el docente, no solo para el tiempo de emergencia sino para el desarrollo de su actividad docente. No se ha encontrado a la fecha un estudio sobre los contenidos que consume el profesor peruano o sobre su postura crítica ante ellos. Esta información ayudaría a construir la línea de base para el desarrollo de la alfabetización digital.

El aprendizaje de los estudiantes se compone de una multitud de experiencias que va recogiendo en diferentes entornos; a veces de manera consciente y otras inconsciente va recogiendo información y asimilando ésta para dar soporte a sus patrones de ideas y comportamientos; de esta manera se va consolidando su entorno de aprendizaje. En este entorno el papel de la educación formal tiene una cuota de participación, pero otro tanto le corresponde a la interacción con el medio y con la sociedad en sus diferentes expresiones; una alfabetización mediática como mecanismo para desarrollar la competencia en medios se torna imprescindible para ampliar el horizonte del ecosistema de aprendizaje.  


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